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SITUACIONES TRAUMÁTICAS

 

Una situación traumática puede ser ocasionada por un fuerte impacto, accidente o traumatismo que deja en la persona consecuencias emocionales profundas.

Y cuando existen experiencias de sufrimiento prolongadas en el tiempo, en ocasiones desde la infancia o adolescencia, no se detectan signos visibles de trauma, pero la falta de protección, de apoyo seguro, la existencia de abusos, abandono o violencia, dejan un impacto en la persona que le puede impedir discriminar entre las relaciones sanas y las cotidianas conocidas de toda su vida, afectando a su propia identidad, a sus relaciones, confusión en sus deseos, falta de alegría, etc.

Trauma es una palabra griega que significa herida, y deriva de otro verbo que significa perforar. Es decir, algo concreto o un cúmulo de experiencias que causan una fractura o rotura.

Un trauma es la representación psíquica interna de un traumatismo desbordante, que inunda e invade registrándose en las estructuras más primarias del cerebro primitivo, del sub- córtex, disparando mecanismos primitivos de alerta y supervivencia que afectan para siempre.

La vivencia de las situaciones traumáticas, estructura los dos tipos de memorias:

  • La explícita o declarativa, que es la narrativa que da sentido a una experiencia.
  • La implícita que almacena datos emocionales, sensoriales y somáticos: cualquier información de los órganos de los sentidos, sensaciones cenestésicas o dolor. El tipo más primitivo de memoria implícita es la procedimental. En esta se almacena el patrón de movimiento defensivo en el momento del trauma

Si el nivel de excitación es muy elevado, el procesamiento normal puede bloquearse, de tal manera que puede desarrollarse la memoria emocional y conductual, pero no la narrativa asociada al trauma.

Si no existe la posibilidad de pensar, sentir, nombrar los acontecimientos vividos, el trauma se puede encapsular guardando herméticamente esa vivencia con identidad propia y quedando como una parte del ser funcionando de manera separada, disociada, como recurso defensivo ante el sufrimiento inicial traumático.

Puede aparecer posteriormente de manera furtiva ante situaciones de estrés asociadas a la experiencia traumática, en forma de imágenes mentales u otros recursos sensoriales. Pero cuando fracasan las defensas, se puede producir un desmoronamiento interno que le impida mantener los acomodos para sobrevivir al trauma.

Una parte disociada de la persona evita los recuerdos traumáticos y desempeña las funciones de la vida diaria. Otra parte, sigue fijada a las experiencias traumáticas y a sus acciones defensivas.