629918248 monterde@mdosm.es

Elementos de desestabilización del niño pueden ser las pérdidas de mascotas, lugares o materiales que para el niño tienen una significación afectiva.

  • Un cambio de casa que puede ser muy beneficioso para la dinámica familiar, podría ser vivido por el niño como un elemento distorsionador de su estabilidad: el espacio reconocido de su habitación, la forma de ordenar y guardar sus juguetes, rincones favoritos de la casa…, espacios y relaciones nuevas fuera de casa: no está el parque de juego…, sus amiguitos preferidos ya no los puede ver ni puede jugar con ellos todos los días como lo hacía antes…
  • Otro elemento desestabilizador por el niño puede ser la enfermedad o intervención quirúrgica por parte de algún miembro cercano de la familia, y no sólo su desaparición durante los días del ingreso en el Hospital, sino también el tiempo de convalecencia que éste puede necesitar en casa, tiempo durante el cual no puede establecer la relación cotidiana con el niño, lo que puede generar en el pequeño una situación de imposibilidad de mantener la relación satisfactoria que hasta ese momento se daba.   
    Si no la entiende bien o no puede canalizarla mediante juegos de diálogos, de palabras, de observación, donde el contacto físico pueda ser cambiado por el emocional creativo y el niño se mantenga con un contacto mental, afectivo, de comunicación y también cognitivo, si no buscamos medios alternativos de contacto o comunicación, el niño se sentirá dejado, con pérdida de la relación afectiva y puede llegar a mostrar síntomas de desestabilización oscilantes entre la rabia más absoluta con indignación y agresividad, hasta la pasividad o la inhibición la tristeza.
  • Otro elemento de desestabilización, puede ser la muerte de una mascota, ya sea pájaro, tortuga, gato, perro, o cualquier animalito al que el niño le haya tomado cariño, y ni hablemos si entre los 7-8 meses y los 3 -4 años pierde su muñeco favorito… o un miembro importante de la familia…
  • Otro elemento de desestabilización puede ser el proceso de adaptación a una nueva escuela, ya sea por cambio de domicilio o por necesidades de escolarización

Queda claro que los cambios ocasionados por desplazamientos de continente ante situaciones propias de inmigración, de adopciones, o de convivencia con familiares en edades de fragilidad, pueden ser vividas con mucho dolor por parte del niño, incluso en el mejor de los casos donde las condiciones de vida mejoran mucho, porque el niño no es consciente de ellas. Y si la añoranza puede entristecer y deprimir también a los adultos, a los pequeños pueden afectarles de manera preocupante. Especialmente cuando los seres queridos más cercanos no viajan con él/si no los encuentran cuando los buscan.