TRASTORNOS DEPRESIVOS EN LA INFANCIA-ADOLESCENCIA
Para la detección de la depresión infantil, los padres pueden desempeñar un papel importante en la identificación de los primeros síntomas de depresión en sus hijos. Por definición, una depresión clínica implica cambios notables en el niño, que globalmente afectan a su funcionamiento diario. Son frecuentes los cambios en el estado de ánimo y en las emociones, por lo que pueden ser indicadores que anticipan que algo está pasando. El niño se torna más malhumorado, está triste, llora con facilidad y es más complicado llevarse bien con él por su irritabilidad.
Todos los trastornos depresivos presentan una serie de características comunes: estado de ánimo deprimido, sentirse vacío o irritable, baja autoestima, perturbación del sueño, mucho o poco apetito, en ocasiones hiperactividad, cambios cognitivos y somáticos que influyen en la capacidad funcional de la persona. La diferencia fundamental estriba en la duración del trastorno, en cuando aparece y su etiología.
Los síntomas se presentan fundamentalmente en tres esferas:
(a) esfera afectiva y conductual: irritabilidad, agresividad, agitación o inhibición psicomotriz, astenia, apatía, tristeza, y sensación frecuente de aburrimiento, culpabilidad y en ocasiones ideas recurrentes de muerte.
(b) esfera cognitiva y actividad escolar: baja autoestima, falta de concentración, disminución del rendimiento escolar, fobia escolar, trastornos de conducta en la escuela y en la relación con sus iguales.
(c) esfera somática: cefaleas, dolor abdominal, trastornos del control de esfínteres, trastorno del sueño (insomnio o hipersomnia), no alcanzar el peso para su edad cronológica y disminución o aumento del apetito.
Desregulación disruptiva del estado de ánimo: este diagnóstico se realiza en niños y adolescentes con edades comprendidas entre los 6 y 18 años, y se caracteriza por una cierta irritabilidad crónica, grave y persistente que se presenta en forma de arranques de cólera como respuesta a la frustración, pudiendo ser tanto de carácter verbal como conductual. Asimismo, puede presentarse un estado de ánimo irritable o enfadado. Conjuntamente se suelen dar problemas en el entorno social (tanto familiar como entre iguales), dificultades en el rendimiento académico, baja autoestima, etc.